Artículo escrito por Vivianne Crowley para su columna “Greening the Spirit” en Patheos.com Traducido al Español por Boris Dubois.
Lammas es la cosecha del grano, el otoño es la cosecha de la fruta, en medio de ambos;
¿Qué debiéramos decir a nuestros Dioses?
“ Ustedes son los Dioses que crearon a los Dioses,
ustedes son hijas e hijos de los primeros pensamientos del universo,
ustedes son la cosecha y aquellos que traen la cosecha,
ustedes son los maestros de aquello que nosotros enseñaremos,
Ustedes nos muestran el secreto de las semillas que trae vida.”
“Hay misterio en nuestras interacciones,
nuestros altares los canales centrales de nuestra comunicación;
Pero también los encontramos en las redes ocultas,
entrelazando toda la materia creada,
moviéndose a través de los neutrones y electrones, en los quarks y partículas, encontramos vuestra presencia.
Nuestros cerebros buscan conectar,
ser parte de sus redes,
leer sus pensamientos,
entender sus señales,
pero nuestro cableado es falible.
Somos primitivos y su comunicación va más allá de cualquier lenguaje que conozcamos.
Aun así, nos esforzamos para decodificarlo,
cada momento dibujando un poco más cerca.”
Mientras nos acercamos al Parlamento de las Religiones del Mundo en Salt Lake City este octubre, hago una pausa para pensar en la brecha entre Leo y Virgo, entre Lammas y Otoño; un tiempo de transición, Verano haca Invierno. Pero aún no preparados para dejar la caricia del verano y abrazar el Invierno y su descenso.
¿Qué significa la religión para nosotros en esta Era? Nuestra ciencia ficción y fantasía han tomado el lugar del folklore y el mito de la antigüedad, pero en esencia son lo mismo: nuestros anhelos humanos de entender cómo nuestra consciencia comenzó a existir, entender lo que podemos hacer en nuestro planeta, entender si podemos ir más allá de los confines de nuestro mundo… más allá de nuestro sistema solar. ¿podemos alcanzar las galaxias para encontrar a otros como nosotros?
Nuestras antiguas religiones fueron expresiones de nuestros ancestros. Ahora nos encontramos sin creer en lo mucho que nuestros antepasados tomaron por sentado. Pero los Dioses aún nos hablan, si tenemos la mente y el corazón para escuchar y ver.
Entonces, ¿cómo podremos crear un marco contextual para expresar nuestros anhelos espirituales en los nuevos eones venideros? Nuestras complejas creencias derivadas de la cultura humana ya no contendrán la verdad cuando miremos a lo vasto del espacio exterior y contemplemos cómo otras formas de vida sintientes se preocupan por su propio planeta y especulan, como también lo hacemos nosotros, sobre que habrá más allá. Necesitaremos entonces ir tras nuestras raíces y las prácticas que nos han sostenido por milenios, si queremos encontrar una espiritualidad enraizada que nos ayude a alcanzar las estrellas.
Para mí, encontramos esto mediante el anclarnos a aquello que sabemos es verdad – las interacciones, siempre renovándose, cambiantes, imperecederas que llamamos “Naturaleza”, pero esta Naturaleza que va más allá de los confines de las formas de vida terrestres. Por ahora, debemos pensar en la “Naturaleza” como la fuerza-de-vida misma que se extiende más allá de nuestro planeta en sistemas e interacciones que solamente estamos comenzando a comprender. Encontramos verdad, aunque elusiva, en lo que observamos en el universo a nuestro alrededor y en las revelaciones que trae la ciencia, mientras tomamos con pinzas la verdadera naturaleza de la realidad.
Entonces encontramos verdad en otra dirección, hacia-dentro y hacia-abajo, en lo profundo de nuestra consciencia, mientras luchamos por sobrepasar las barreras entre sí mismo y otro, entre los diferentes aspectos de nuestra propia consciencia, entre nosotros y otros seres humanos, y nosotros y las demás especies a nuestro alrededor.
Religión es para mí una mixtura entre asombro y reverencia, amor e interconexión. Para algunos estos sentimientos se focalizan entorno a un solo ser que llaman “Diosa” o “Dios, pero para muchos de nosotros estos sentimientos nos conectan con el universo más amplio, que llamamos “Divinidad”, “la Fuente”, “el origen”, un universo que trasciende los conceptos humanos de deidad. Esto no nos deja huérfanos de los Dioses. Su presencia es aún cercana a nosotros y perdurará, pero quizás nosotros podemos permanecer con ellos para contemplar el universo más amplio y los poderes que dieron nacimiento a los Dioses mismos.
Entonces, cómo nos situamos en el punto medio de la transición de la estación:
Descanso en el momento presente, el umbral de mi pasado y futuro. Reconozco mi pasado y el polvo de estrellas entre cada una de las células de mi cuerpo, el origen de toda mi vida y la del planeta desde el nacimiento de las estrellas.
Reconozco las interconexiones de todas las cosas en cada momento de mi atención focalizada, y en mi sueño y en mi caminar, millares de caminos y posibilidades emergen.
Desde el momento en que focalizo mi consciencia (awareness), tomaré mis decisiones, reconociendo mi conexión con aquellos que he conocido en realidades espirituales, virtuales y físicas.
Mis respiraciones, pensamientos, sentimientos, palabras y acciones, causan cadenas de eventos interconectados; ondulando a través del planeta y en la inmensidad del universo.
Todo mi ser afecta las cosas vivas a mi alrededor, y lo inanimado también.
Cada interacción que establezco, procuraré que sea en concordancia con mi comprensión limitada del bien mayor.
Me alineo con el Gran Trabajo, la transformación de la humanidad, la expansión de consciencia y la inmensidad del amor alcanzada.
Esta será mi plegaria para el Parlamento de las Religiones del Mundo 2015.
Artículo escrito por Vivianne Crowley para su columna “Greening the Spirit” en Patheos.com Traducido al Español por Boris Dobois.